¿Los duelos se heredan? ¿Qué es un duelo colectivo? ¿Cómo afectan los episodios de violencia política del pasado en las generaciones posteriores? Las teorías sobre la herencia transgeneracional nos dan pistas para comprender nuestro presente, unido a nuestras antepasadas.
Las teorías sobre la herencia transgeneracional nos ofrecen herramientas para comprender el impacto psicosocial de los episodios de violencia política. Estos episodios son origen de traumas no solo para las generaciones que los protagonizan, también para las generaciones que les suceden. Es decir, hijas y nietas heredamos los traumas y heridas de nuestras antepasadas.
Según la definición del periodista e historiador Mariano Sánchez Soler, la violencia política es
el uso consciente de la fuerza, ya sea física o verbal mediante amenaza, ejercido por individuos, grupos ideológicos, instituciones públicas, sectores de la administración del Estado, partidos o entidades, con el objetivo de intervenir y cambiar el rumbo de los acontecimientos políticos de un país, controlar o imponer decisiones gubernamentales, conquistar, dirigir o conservar el poder del Estado (Sánchez Soler, 2018, p. 17).
Tanto el escritor y filósofo decolonial Ngugi wa Thiong’o (2017) como la escritora sobre biopolítica Clara Valverde (2016) citan los trabajos de los expertos de la transmisión generacional de la violencia política y social, Nicolás Abraham y María Torok, entre otros. Según sus investigaciones, la situación traumática que ha sobrepasado a sus protagonistas se transmite a las generaciones siguientes por repetición de los patrones de comportamiento grupales e individuales (como el miedo a denunciar y cuestionar el poder, la vergüenza, la venganza, y otras formas de polarización) derivados de los efectos nocivos de la situación traumática. Cuando la sociedad no elabora los traumas colectivos de forma consciente y abierta, los aprendizajes y dinámicas puestos en práctica para sobrevivir a dichas experiencias interfieren en el funcionamiento social en las generaciones futuras (Ngugi, 2017, p. 109; Valverde, 2016).
Esta transmisión sucede tanto en las personas y descendientes de quien vive la violencia como en las que la ejercen. En palabras de Ngugi wa Thiong’o:
La persona que causa un trauma y la que lo experimenta pueden enterrarlo en una tumba psíquica y actuar como si nunca hubiera ocurrido. Quien lo sufre no vive el duelo y el perpetrador no reconoce su crimen, porque no puedes lamentar una pérdida o reconocer un crimen que niegas. Esto puede ocurrir a escala comunitaria en que los horrores cometidos contra un grupo se mantienen en una tumba psíquica colectiva y el sufrimiento y el delito son acallados por igual. Esto significa, por supuesto, que no hay una resolución real y que la herida sigue supurando por dentro y envenenando el futuro (Ngugi, 2017, p. 109).
El duelo es el proceso por el cual se acepta una pérdida (de un ser querido, de un proyecto, de un lugar que hay que abandonar…) para dar espacio a otras emociones y experiencias en la vida. No elaborar el duelo supone estancarse e impedir el cambio (Kübler-Ross, 2016). A nivel grupal y social supone repetir patrones y continuar los ciclos de violencia.
En casos de conflictos sociales violentos, se producen múltiples pérdidas y suceden factores que dificultan cuidar los duelos, como puede ser la represión. En contextos de violencia sistemática continuada, puede resultar peligroso mostrar los duelos porque evidencia abiertamente lo sucedido, lo que puede conllevar más violencia y represión.
Según Ngugi (2017) y Valverde (2016), en la actualidad los duelos colectivos originados por los crímenes del franquismo y los crímenes del colonialismo occidental están abiertos.
En los territorios que componen el Estado español y las ex-colonias, existen numerosos duelos colectivos no elaborados y reprimidos, entre otros los derivados por la represión franquista y el colonialismo. Algunos de los impedimentos para esta elaboración tienen relación directa, por una parte, con una transición del régimen totalitario al democrático que propició una continuidad del poder de las élites del franquismo y la impunidad a los crímenes contra la humanidad cometidos en este período. Por otra parte, la continuidad y legitimación de un sistema racista heredero del colonialismo impide el reconocimiento y la reparación de los crímenes contra las poblaciones colonizadas y sus descendientes.
Las generaciones más jóvenes son herederas de la historia de sus madres, padres, abuelas y demás antecesoras, a pesar de desconocer la historia. La juventud de hoy es heredera y aprende del miedo, el tabú, las dinámicas sociales, los comportamientos y los posicionamientos polarizados que quedan impregnados en el cuerpo, la salud y la convivencia.
La incapacidad de resolver conflictos, la búsqueda del poder, el patriarcado, el etnocentrismo o las interpretaciones religiosas e ideológicas excluyentes, entre otros, son fenómenos propios de una cultura de la violencia, en la que se justifica o legitima la violencia estructural o directa a través de argumentaciones y simbolismo que nos hacen percibir las situaciones de violencia como parte de la normalidad (Barbeito y Caireta, 2005, pp. 16-17).
Los duelos colectivos fruto de violencia política no pueden sanarse si hay una ocultación de la historia de dichos episodios. Tampoco si se niega el legado que heredan las generaciones posteriores. Por lo tanto, el silencio impuesto y las «políticas del olvido» no «cierran heridas», sino que las enquistan.
Para sanar heridas hace falta reconocer que están ahí y hacerse cargo. Para la elaboración de estos duelos hace falta implicar a toda la comunidad. Buscar soluciones colectivas y aprender juntas de los conflictos para construir convivencias que sostengan la paz.
REFERENCIAS:
Barbeito Thonon, Cécile y Caireta Sampere, Marina (2005). Introducció de conceptes: pau, violència, conflicte. Quaderns d’Educació per a la Pau. Escola de Cultura de Pau de la Universitat Autònoma de Barcelona. Recuperado de https://n9.cl/5bsht
Kübler-Ross, Elisabeth (2016). Sobre el duelo y el dolor (Trad. S. Guiu). Barcelona: Luciérnaga. (Obra original publicada en 2006).
Ngugi wa Thiong’o (2017). Reforzar los cimientos. Hacer que África sea visible (Tra. M. S. López Rodríguez). Barcelona: Debolsillo. (Obra original publicada en 2015).
Sánchez Soler, Mariano (2018). La transición sangrienta. Una historia violenta del proceso democrático en España (1975-1983). Barcelona: Península.
Valverde Gefaell, Clara (2016). Desenterrar las palabras. Transmisión generacional del trauma de la violencia política del siglo XX en el Estado español. Barcelona: Icaria Más Madera.